ESPAÑA NO ES PAIS DE CABALLOS

En éste blog hemos ponderado la consecución del Estudio del impacto del Sector Ecuestre en la economía del España recientemente presentado, porque nos parece un hito importante que debería constituir la primera piedra de un movimiento regenerador del sector. Hubo un precedente, el estudio del mismo nombre realizado hace unos años por D. Rafael Castejón Montijano, profesor de la UNED.  Al hilo de esta noticia, me gustaría hacer una afirmación que podría aparentemente contradecir la importancia que dicho estudio da al sector ecuestre y que a alguno puede dejar perplejo : sostengo la teoría que España no es un país de caballos.

Es verdad que España tiene una historia ecuestre importante, razas autóctonas, reconocidos criadores, jinetes de fama internacional; una población caballar importante, hitos singulares, fenomenales entusiastas, personajes relevantes que incluso han ocupado cargos importantes en asociaciones de ámbito mundial, se mueve mucho dinero en el sector… todo eso es verdad y es magnífico, pero eso no nos convierte en un país de caballos.

Por un “país de caballos” entiendo un país donde para la gente el caballo es un animal cotidiano, consustancial, habitual, familiar. Donde los conocedores son los más, donde criar o tener caballos no es una excepción, donde la cultura caballar está extendida, donde montar a caballo es normal y los deportes y eventos ligados a éste son populares, conocidos y seguidos. Donde las tiendas de regalos y de antigüedades tienen stock de artículos basados en los caballos, porque existe un público general potencial interesado en los mismos. Donde los medios de comunicación tienen periodistas especializados, dejan hueco y se preocupan por las noticias relacionadas con el caballo. Esto no ocurre en España.

 

 

[caption id="attachment_1723" align="alignleft" width="250" caption="Dña. Elena en sus comienzos"][/caption] En España hubo una época no muy lejana, donde el caballo estaba “mal visto”, era cosa “de señoritos”, afortunadamente esa época está superada. Con posterioridad, hubo varios años donde el caballo estuvo de moda, fue la época en que S.A.R. la Infanta Dña. Elena comenzó a competir, lo que generó gran atención mediática. A través de las vivencias hípicas de Dña. Elena, a la que mucho debe éste sector por su afición y su dedicación a la causa, muchas personas descubrieron entonces la actividad ecuestre y se interesaron por ella. Para los deportes, la existencias de figuras importantes que lo practiquen y ejerzan “efecto llamada” es imprescindible.

 

Una etapa de economía pujante y actuaciones inteligentes de organismos responsables vino a colaborar en una cierta popularización del caballo : las asociaciones montaron salones y exposiciones, la FHE favoreció la proliferación y participación en concursos con la prestación de cuadras portátiles, se importaron grandes caballos, se exportaron gran número de caballos a precios nunca antes vistos, se incrementaron notablemente los practicantes, propietarios y aficionados, tuvimos grandes eventos deportivos de carácter internacional… fue una época gloriosa, con un crecimiento exponencial. Pero no adecuamos las estructuras, no creamos una base de soporte de la industria, todo estaba basado en la alegría económica y el cortoplacismo y llegamos a donde estamos.

Todos conocemos la realidad actual, no hace falta explicarla, pero lo importante es sacar consecuencias de lo ocurrido y trazar las bases para que el sector ecuestre sea una futura industria porque, insisto, España no es un país de caballos, así que habrá que trabajar con inteligencia y planificación porque la dificultad es mayor.

Fernando Zuleta